Por Sergio Marcano.
Jorman de 7 años y su hermano Jeicar de 11 nunca tuvieron una vida fácil.No solo por la Venezuela destruida y de desigualdades insondables en las que les tocó nacer y crecer.
Sino también por lo que muchos de sus vecinos consideraban ser un signo característico de la familia Pérez Zuluaga: la mala suerte.