Por Sergio Marcano.
Hace años que los venezolanos tenemos un tipo de hambre que nunca habíamos sentido.
Un hambre a partes iguales física y psicológica.
Un hambre residual; compuesta por todo lo que estábamos acostumbrados a comer y ya no comemos.
Por todo lo que no conseguimos.
Por todo lo que ya no podemos pagar.
Por todo lo que ya no preparamos.