Por Sergio Marcano.
Mario tiene 44 años.
Es un profesor de secundaria que
se esfuerza día a día por vivir lo más decentemente que puede en la depauperada
Venezuela contemporánea.
Es el padre de Yelitza, de 7
años de edad y por ella siente un amor sobrehumano.
A ella le dedica todo el
tiempo que Elimara Herrera, su ex-pareja, le permite.
Mario lleva ya 3 años y 9
meses solo.
Luego de su difícil divorcio decidió
que no quiere más complicaciones amorosas en su vida y ha permanecido soltero
desde entonces.
En este momento Mario está
cursando el último semestre de una Maestría en Literatura Latinoamericana.
Desde que esos estudios
comenzaron hace un año y medio, su mente se mantiene distraída y ocupada analizando
el verbo y la estructura narrativa de los más variados autores argentinos,
colombianos, uruguayos, mexicanos y venezolanos.
Esta semana Luis Daniel, su
mejor amigo de toda la vida consiguió “un tigre” pintando la casa de un
empresario en Puerto Cabello y le llamó para preguntarle si quería ser uno de
los tres pintores.
Si bien Mario no había
pintado con brocha gorda más que cualquier hijo de vecina, aceptó el trabajo porque
el pago era en dólares y en 7 días podía ganarse lo que se ganaba en 4 meses dando
clases en el instituto.
Una
matemática a todas luces ineludible.