Por Sergio Marcano.
Solo unos días después de llegar a Caracas, a la salida de la clase de Análisis Comparativo de Literatura Colombiana, Mario invitó a tomar unas cervezas a Ligia; la morena de labios carnosos que siempre complementaba sus argumentos en clases con movimientos suaves de sus manos.
Y ella, que desde el principio de semestre había sido muy clara en demostrar su interés hacia Mario, aceptó encantada.
Pero conversando con ella, como a la quinta cerveza de ese primer encuentro, Mario tuvo la sensación de que tenía muy poco en común con los intereses o la personalidad de Ligia.
Aún así, quería hacerle el amor.
Y Ligia, que no tenía complejos, ni miedos de ejercer su sexualidad, no se hizo de rogar.