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domingo, 9 de junio de 2024

Deseo y amor

Por Sergio Marcano

¿De dónde surge el deseo?
¿La atracción física?
¿La química?
¿El amor?


Esa curiosidad repentina por conocer al otro,
por entender su parecer,
por encontrar afinidades en sus gustos,
en su sentir,

que te hace disfrutar de su compañía;
de su sentido del humor,

que te vuelve significativo el breve tiempo que las circunstancias y el azar te permiten compartir a su lado,

que te hace extrañar su compañía;


esa energía inexplicable,
que de manera sutil,
imperceptible,
comienza a llenarte de ganas de buscarle,
de acercarte a su lado;

así sea solo para ver su rostro,
para escuchar su voz,
para mirar como le cae el cabello sobre los hombros,
como articula las palabras con sus labios,
como esboza su sonrisa.

Que te impulsa a darle un apretón de manos firme,
un beso suave en la mejilla,

a robarte un roce casual en el medio de la cotidianidad,
en el brazo,
en la espalda.


Que te incita a demostrarle tu interés,
a hablarle,
a escucharle,

a intentar seducirle.
 

Que poco a poco te llena de ganas de conocer sus labios,
la cadencia de su lengua,
el sabor de su saliva;

que te obsesiona con desnudar su cuerpo,
con recorrerlo con tus manos,
con el roce de tu piel,
con tu boca;

haciéndote anhelar el intercambio de espasmos y de orgasmos;

poniéndote a latir el corazón con un ritmo distinto,

devolviéndote la noción de que estas vivo,
de que estas aquí,
de que esto es hoy.


Que te llena de ánimos para apostar una vez más,
 

a sentir;
¿Por qué no?
a querer;

a pesar de todas tus heridas,
de todas tus buenas y tus malas historias.


Devolviéndote a la cabeza, la idea absurda,
de que este mundo sobrecalentado y condenado por la codicia,
aún tiene esperanzas,

que no es tan tarde como creías,

que todavía puede haber chance para ser feliz.

 

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