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viernes, 23 de agosto de 2024

La marca de los malditos

Por Sergio Marcano.

El desamor es una sensación desoladora.


Una conmoción reservada a los perdedores,
a los fracasados,
a los que no fueron capaces de ganar una de las batallas más importantes de la vida humana.


Una herida mortal que se abre de manera abrupta en la cabeza,
en el pecho,
el estómago
y el sexo.

Un abismo palpitante de dolor,
que te desgarra las entrañas,

que te debilita.


La verdadera marca de los malditos,
de los execrados,
de los olvidados.



De todos los que son condenados a observar la desintegración del tejido mismo de la realidad,

de lo que creían que era,
de lo que no es.


Un sendero descendente,

aciago,
 
poblado de fantasmas,

de sombras,
de oscuridad.


Un espacio en el que el tiempo no es lineal,
en el que el oxígeno a penas y si alcanza para respirar.


Un universo caótico en donde reina el desconsuelo,
el desconcierto;

en el que deambulas,
dando tumbos,
en una espiral de autoflagelación y de tortura.


En donde el silencio y la paz mental son escasos,

poco probables,

esquivos.



En el que ninguna compañía,
trabajo,
o forma de evasión,
es suficiente para acallar el infierno que arde en tu cabeza.
 


En medio de este tumulto,
de esta tempestad,
emocional,
mental,
espiritual;

confrontas la lógica que utilizas para entender al mundo,
la manera en la que vives tus emociones,
tus sentimientos.


Y buscando respuestas,

tratando de entender,


te alejas de todo,

de todos;


y poco a poco te dejas caer,

te entregas,

te hundes en esta dimensión liminal de desasosiego y dolor primigenio,

en las aguas turbulentas de su vorágine,


la experimentas en toda su complejidad;
en toda su violencia.


Y el tiempo parece fracturarse,
perder su sentido,

y los minutos se vuelven horas
y los días se vuelven noches
y las noches se vuelven días,

semanas,

meses,

años

.



Hasta que de pronto,
en la zona abisal,


perdido,

flotando en la oscuridad del fondo,

muerto en vida,

sin esperanzas;


comienzas a encontrar paz en el desconsuelo,

 

en el desengaño,

 

 

en el desarraigo,



en la derrota.



Y entonces,
solo entonces,

empiezas a soltar la carga;

te derrumbas,

te deconstruyes;


y sin siquiera sospecharlo;
emprendes el camino que te llevará al renacimiento.


A ver de nuevo la luz del sol.


 

 

 

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