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jueves, 26 de diciembre de 2024

3 – PARTE I

Por Sergio Marcano

 

En medio de la Avenida Miranda, en el centro de un cerco policial;
David (36) un hombre delgado y atractivo, corresponsal del periódico “La Nación”,
toma fotografías de los cadáveres de dos hombres baleados que yacen en el suelo;
la sangre fresca de los abatidos, corre rauda por el pavimento entremezclándose la una, con la otra.
 
El agente Narváez le explicó a David lo que se sabía hasta el momento de los asesinatos; que en las primeras experticias realizadas, parecían tratarse de un ajuste de cuentas entre malandros extorsionadores y comerciantes de la zona.
David grabó todo lo que le dijo el oficial en una aplicación de su teléfono.
Y encerrado en su oficina, tipeó en su computadora una nota de lo acontecido,
A pesar de que lleva 3 días sin fumar y está algo ansioso; en menos de 20 minutos de haber comenzado, entregó la nota de los asesinatos en la avenida Miranda al editor.
 
 
Esa noche,
el 28 de diciembre,
es la fiesta de fin de año de la oficina.


David normalmente no asiste a ese tipo de celebraciones,
porque prefiere no socializar con la gente del periódico,
pero Sandra, su única amiga en el lugar,
lleva días, insistiendo en que este año no puede perdérselo;
como si realmente hubiese alguna posibilidad de que las “pobres almas caídas en desgracia” que trabajaban en aquel edificio pudiesen tener un atisbo de diversión en sus espíritus conservadores y beatos.
 
 
Sandra (31) es una chica blanca, voluptuosa, de cabellos negros, lisos, a la altura de los hombros.
Una mujer muy atractiva,
no solo por sus rasgos físicos,
sino por la seguridad que tiene en sí misma;
es una de las encargadas de llevar el acontecer político nacional, en “La Nación”
y su columna dominical “Crónicas Revolucionarias” es una de las más leídas del país, apenas es colgada, en las redes sociales del periódico.
 
 
David y Sandra tienen muchas cosas en común;
su incorrección política,
un sentido del humor corrosivo, que pocos a su alrededor pueden comprender,
y una moral habitualmente más abierta y en contradicción con la de su entorno inmediato y cotidiano.
 
Su amistad comenzó hace más de 10 años en la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela.
 
A pesar de que David es abiertamente homosexual;
Sandra siempre ha tenido un “crush” con él;
y esto, principalmente se debe, a que ella está convencida de que todos los hombres que la rodean en su trabajo y en su vida cotidiana; son machistas, poseen una inteligencia dudosa, un sentido del humor mediocre y tienden a ser generalmente aburridos;
 
en cambio, cuando se reúne con David, la empatía entre los dos fractura al tiempo,
y suelen ser ellos quienes abren y cierran las festividades en las que participan,
porque David siempre la secunda,
la apoya, e incluso la deja salirse con la suya;
así sea con la peor de las ideas.
 
Una actitud con la que ella es completamente reciproca.
 
 
Como a las 6 de la tarde, agobiada por todas las reuniones del día de trabajo, Sandra bajó dos pisos en escaleras para no encontrarse con nadie,
pero en las escaleras se encontró con Leo (50), un hombre moreno y atlético, con una barba tupida y llena de canas;
el jefe de redacción del periódico.
 
A Leo, Sandra, le parece una mujer muy atractiva,
Pero, más allá de lo estrictamente laboral, ella nunca le ha prestado ningún tipo de atención,
y lo mismo sucedió en ese momento en las escaleras.
Sandra lo saludó cordialmente y continuó su camino bajando las escaleras.
 
 
Sandra y David son adictos al acontecer político nacional.
Y pueden pasarse horas debatiendo acerca de lo que sucede o deja de suceder en el país.
Algo que resulta, en líneas generales, insoportable para la mayoría de sus conocidos,
los de adentro y los de fuera del periódico, que están siempre deseosos de evadirse de la compleja realidad nacional.
 
 
Esa tarde apenas entró a la oficina de David y saludo a su amigo;
Sandra recibió una llamada que la hizo salir del periódico a resolver unas cuestiones familiares.
Pero antes de hacer eso,
luego de prometer que no demoraría,
le dijo a David que tenían demasiado tiempo sin bailar y que está noche tendrían la oportunidad de cambiar eso, sin gastar un céntimo de su salario.
 
A pesar de que David, tenía, más bien, ganas de salir corriendo del periódico;
aceptó quedarse, a sabiendas de que toda la música que pondrían sería salsa, merengue y reguetón;
ritmos tropicales a los que él no era particularmente afecto.
 
 
Ya en la celebración, los directores, los gerentes, los jefes de área y casi todos los reporteros no tardaron en irse; pero los fotógrafos, las secretarías y la gente de limpieza no perdieron la oportunidad de beber gratis y tratar de divertirse.
 
 
En ese contexto, David conversó con todos y con nadie a la vez,
hasta que finalmente se sentó en una mesa solitaria a mirar su teléfono;
entonces, Leo, que también estaba solo y aburrido esa noche, se sentó a su lado a buscar conversación.
 
A David, Leo siempre le pareció un hombre atractivo,
a pesar de su heterosexualidad y de su desmedido interés por el béisbol y por el fútbol, deportes que a David le resultaban mortalmente aburridos;
por eso nunca socializó con él más allá de una conversación breve en los espacios de la oficina,
pero esa noche,
quizás por el constante flujo de alcohol que había en aquella celebración,
la conversación entre los dos fluyó, con simpatía,
cómo si en efecto pudiesen ser amigos.
 
 
Cuando Sandra finalmente llegó a la fiesta, a golpe de 12,
ya David y Leo estaban bastante prendidos;
ella se sorprendió de encontrarlos juntos, y más aún, en ese ambiente de franca camaradería;
pero sin pensarlo demasiado se sentó junto a ellos a bromear y a beber,
como si los tres fuesen los mejores amigos.


Y en un abrir y cerrar de ojos ya eran las 4 de la mañana y eran muy pocos los que quedaban en la fiesta.
 
Sandra, David y Leo estaban completamente borrachos.
 
Decidida a no perder la noche y bailar un poco,
cuando comenzó a sonar “Ah Ah - O No” de Héctor Lavoe,
Sandra se levantó de su silla en la mesa y arrastró a David a bailar con ella,
esto a pesar de sus negativas.
 
Leo miró aquello sorprendido,
riendo con la dinámica entre los dos y les siguió también a bailar la alegre canción.
 
Luego sonaron “Amor Verdadero” de Willie Colón y un mesero cansado se les acercó,
les sirvió un último trago y les dijo que les dejaba dos botellas de ron sobre la mesa;
 
En el lugar ya solo quedaban una pareja besándose y un hombre dormido en un sofá;
entonces comenzó a sonar “Dormir Contigo” de Oscar De León Y La Dimensión Latina.
 
David no quería seguir bailando,
y fue Leo, quién, por no dejar de bailar con Sandra su canción favorita,
el que no dejó que David volviese a la mesa.
 
Sandra los abrazó y un impulso besó en los labios a David y luego a Leo.
 
SANDRA: Bellos.
 
DAVID: Estas borracha.
 
SANDRA: Y tú también, y tú.



Leo sonrió disfrutando de ser parte de aquello.
 
De pronto comenzó a sonar “Stayin' Alive” de los Bee Gees y los tres se llenaron de energía, sobre todo David que busco una botella de ron y comenzó a beber directo de ella; haciendo pasos de bailes acompasados pero estrafalarios.
 
David le pasó la botella a Leo y después de tomar un trago Leo se la pasó a Sandra.
 
Cuando comenzó a sonar “Too much heaven” Sandra les pidió con un gesto que le dieran las manos y los acercó a bailar los tres cachete con cachete.
David abrazó a Sandra y a Leo apretándolos contra sí.
Y Leo hizo lo mismo.
Sandra les acarició las espaldas a los dos.
 
Ya para ese momento los tres estaban más allá del bien y del mal.
 
Las manos de unos con otros se rozaban por momentos.
Y los tres se miraban sonriendo y bailando al ritmo de la suave música cabeza con cabeza.
Suavemente David bajó sus manos y acarició el trasero de Leo y el de Sandra.
Y de pronto, de manera espontánea, Sandra buscó la boca de David, Leo la boca de Sandra y David la boca de Leo y comenzaron a darse un beso entre los tres.
Un beso raro,
desigual,
pero a la vez excitante,
novedoso.
 
La pareja que se besaba en el fondo de la habitación los miró sorprendidos,
sacaron un teléfono y grabaron un video de aquel momento peculiar.
 
 
David apretó las nalgas de Sandra y Leo fuertemente y los tres se separaron riendo y quitando las manos de David de sus traseros.
 
DAVID: ¿Qué tal si nos vamos a la azotea y nos fumamos un porro?
 
Leo se alegró de escuchar aquello.
 
LEO: Coño.
¡Desde la universidad que no me fumo un porro!
 
SANDRA: ¿Y tú no estabas tratando de dejar de fumar?
 
DAVID: Cigarrillos.
 
Botella en mano, a más treinta pisos del suelo,
en una madrugada particularmente fría,
antes del amanecer,
los tres compartieron un porro y la botella.
 
Y borrachos y ahora drogados,
entre risas,
comenzaron a besarse una vez más,
saboreando con curiosidad aquel beso amplio de tres bocas.
 
Leo le tocó los senos a Sandra;
David el culo a Leo;
y Sandra el sexo a David.
 
Desde el horizonte, el sol poco a poco comenzó a iluminar a la ciudad de Caracas.
Y, como si fueran vampiros escapando de la luz,
Sandra les pidió a los dos que se fueran de allí.
Que manejaran todos a su apartamento, y así lo hicieron, en sus tres carros.
 


 
Un poco después de medio día, del 29 de diciembre,
Leo fue el primero en despertarse, acostado en la cama, entre Sandra y David.
Los tres estaban desnudos.
 
Leo se levantó tambaleándose,
con un dolor de cabeza fulminante,
tomó su ropa interior del suelo,
y volteó a mirar a David y Sandra; se preguntó a si mismo en que estaba pensando.
 
Pero el cuerpo de Sandra, desnudo en la cama,
le dio muchas de las respuestas que buscaba;
ella, sin duda alguna, era una de las mujeres más bellas que había conocido,
con las que había tenido la oportunidad de hacer el amor.
 
Tomó su celular del suelo y lo miró.
Tenía mil mensajes del periódico,
tenía que moverse, irse a trabajar inmediatamente.
 
David se despertó con expresión de encandilado.
Miró a Leo y le saludo.
 
DAVID: ¡Hey!
 
Sorprendido Leo se volteó a mirarlo y sintiendo vergüenza de su desnudez,
se terminó de poner la ropa interior rápidamente,
luego le hizo un ademán de saludo.
 
LEO: Hey…
 
SANDRA: ¿Qué pasa?
¿Ya es la hora de despertarse?
 
LEO: Si. Tengo que irme al periódico.
 
Apresurado Leo se puso el pantalón y se miró en el espejo.
David se estiró hasta donde estaba la segunda botella de ron que se trajeron de la fiesta y se tomó un trago.
Con cara de gravedad Leo se acercó al espejo y se miró a si mismo con asombro.
 
LEO: ¿Pero qué coño es esto…?
 
Extrañado, David miró a Leo mirándose en el espejo.
Agarró a Sandra por un brazo y la sacudió para que se espabilara.
Sandra abrió los ojos y miró a David.
 
SANDRA: ¿Qué pasa?
 
David le señaló a Leo.
 
LEO: Coño… Pero ¿Cómo voy a llegar al periódico con toda esta vaina?
 
David se levantó de la cama torpemente,
cubriendo su desnudez con una almohada
y se acercó a mirar lo que le sucedía Leo.
 
Desde la cama, Sandra les miró intrigada.
Leo bajó la cabeza, nervioso, tapándose la cara.
 
LEO: No, no…
Esto no me puede estar pasando…
 
DAVID: ¿Cuál vaina? ¿Qué te está pasando?
 
David se acercó a Leo y le movió la cabeza para verle el cuello.
Leo le quitó las manos violentamente.
 
LEO: Déjame. ¿Cómo coño me hacen esto?
 
Leo les mostró varios chupones de diferentes tamaños en el cuello.
David miró aquello sorprendido.
 
DAVID: ¡Fuck!
 
Leo miró a David molesto y luego miró a Sandra.
Sandra y David se miraron entre sí y comenzaron a reírse.
 
Leo les habló molesto.
Encolerizándose más con cada palabra.
 
LEO: ¡Esto no es gracioso!
Ustedes no tienen 15 años.
 
David y Sandra lo miraron en silencio y con aire de seriedad.
 
SANDRA: Ya va… ya va. ¡Deja la crisis, que yo tengo la solución!
 
Sandra se paró de la cama cubriéndose con la cobija,
y tambaleándose, aun borracha, se acercó a su closet.
Sacó una bufanda, se acercó al cuello de Leo y se la puso.
 
SANDRA: ¡Ya está! Te queda súper bien…
 
Leo la miró extrañado y se mira en el espejo.
 
LEO: ¿¡Qué!? ¿¡Pero tú te volviste loca!?
¿Qué degenerado usa bufanda en la ciudad de Caracas?
 
David sonríe.



DAVID: ¿Algún maracucho volviendo del Ávila?
 
Sandra se ríe.
Tratando de disimular su risa, David recoge sus interiores del suelo y se los pone.
Molesto Leo volteó a mirarle.
 
LEO: ¿Y tú de qué carajo te estas riendo? ¿Ahh?
 
David para de reír.
 
DAVID: ¿Yo? Yo, no me estoy riendo…
 
LEO: ¡Yo no puedo salir con esta vaina!
 
Leo se quita la bufanda, la tira al suelo y camina por la habitación con aire de preocupación.
David recoge su camisa del suelo y se la entrega a Leo.
 
DAVID: Toma, ponte mí camisa.
Le subes el cuello y listo.
Pasarás sin sospechas delante de la gente.
Luego me la devuelves…
 
Molesto Leo toma la camisa de las manos de David.
 
LEO: ¿Y listo? ¿Verdad?
 
David asiente.
 
LEO: ¡Con esto no hay listo!
 
David negó con la cabeza.
Leo se pone la camisa mirándose al espejo.
Se sube el cuello.
 
LEO: Mejor…
Me voy antes de que me moleste más con ustedes…
 
SANDRA: Llámanos cualquier cosa…
 
Leo les miró a los dos molesto y salió del departamento.
David y Sandra se miraron un momento en silencio y estallaron a reír en carcajadas.
 


 
Con la camisa de David, Leo asistió a la oficina.
Le dolía la cabeza y todo el mundo,
en todos los pasillos y departamentos del periódico, se lo quedaba mirando con una actitud, que Leo no sabia precisar claramente a que se debía.
 
Unas horas más tarde Sandra experimentó algo parecido al llegar el periódico y caminar a su oficina.
 
Tanto Leo, como Sandra y David eran la comidilla del día,
porque el video del beso, ahora circulaba en todos los chats de whatsapp y telegram del periódico.
 
 
Ajeno a todo aquello, David caminaba trasnochado y con resaca, tomando fotos, entre personas gritando consignas y vestidas con franelas de color rojo.
Escuchando el discurso de Maduro, que desde un escenario, hablaba con verbo enardecido, emocionando a los presentes.
 
Los recuerdos de lo sucedido en esa mañana poblaban su mente;
 
Los tres arrancándose la ropa los unos a los otros;
Los besos apasionados.
Leo chupando el sexo de Sandra, Sandra el sexo de David y él, el sexo de Leo.
 
 
Montado en un autobús con rumbo a Altamira, mirando por la ventana,
absorto en sus pensamientos,
lleno de deseo y emoción.
David seguía repasando la madrugada con detalle.
 
En la acera una manifestación de la oposición gritaba consignas y agitaba pancartas de protesta.
David se bajó del autobús y tomó fotos de los presentes.
María Corina Machado, desde un escenario, hablaba con verbo enardecido,
emocionando a los presentes.
 


 
En el baño de su casa Leo tomó una ducha.
Los labios le palpitaban,
Y en su boca aún tenía el sabor de la saliva de Sandra y la de David.
Leo no recordaba del todo lo sucedido,
pero sabía que antes de hacerle el amor a Sandra, David, le había chupado el sexo, el culo; pero también ¿lo había penetrado?
No estaba seguro;
y se apretó la cabeza contrariado;
 


 
Sandra en cambio sonreía feliz,
llena de energía, mientras hacía sus clases de spinning.
Nunca había vivido una noche como aquella,
nunca había hecho el amor con dos hombres.
 
Y no se arrepentía de nada,
de absolutamente nada.
 


 
Una vez terminado su trabajo,
David entró a una licorería decidido a acabar con la resaca que tenía,
compró una botella de ron y afuera del establecimiento,
como si fuese un alcohólico,
se tomó un trago largo empinando la botella sobre sus labios.
 


 
Sin acordarlo previamente, al caer la noche, los tres se encontraron en el departamento de Sandra.
El primero en llegar fue David;
qué luego de la noche de ayer, ya no sabía cómo saludar a su amiga.
Solo unos minutos después, llegó Leo,
un poco nervioso,
y sin mediar demasiadas palabras, les mostró el video de los tres besándose en medio de la fiesta.
 
Sandra se sintió violentada,
mientras que a David no le sorprendió tanto,
alegando que en este momento todo el mundo tenia cámaras, grabadores de sonido y eran reporteros potenciales de la realidad.
 
Leo les confesó que estaba tranquilo,
porque antes de salir del canal, le había espichado uno de los cauchos al carro de Reynaldo Aguiar, el responsable de la grabación del video.
 
Sandra y David lo miraron sorprendidos sonriendo.
Sandra le dio un beso en el cachete y David le desordenó la barba de un lado de la cara.
 
DAVID: ¿Y alguien noto las marcas de pasión desenfrenada que te dejó Sandra anoche?
 
Sandra se rió y respondió rápidamente.
 
SANDRA: Ay Davisito…
Pero, si ¡ese es tú estilo de eterno adolescente!
 
David se ríe.
 
DAVID: ¡Seguro!
 
Leo negó con la cabeza y colocó las revistas en una mesa.
 
LEO: No. No… Eso hubiese sido lo único que faltaba para atizar el escarnio…
Por suerte nadie se dio cuenta de nada.
Luego te devuelvo tu camisa.
 
David asintió.
 
SANDRA: ¿Quieren un traguito?
 
Con aire de preocupación.
 
LEO: No, no, después de lo de ayer yo creo que voy a intentar seriamente dejar de beber…
 
Sorprendido.
 
DAVID: ¿En serio?
 
David caminó a donde estaba su bolso y sacó la botella de ron de allí.
 
DAVID: Yo he estado todo el día enratonado entre chavo/maduristas y Mariacorinistas y eso fue lo único que me quitó el dolor de cabeza.
 
David se empinó la botella sobre sus labios y se tomó un trago más.
Sandra y Leo lo miraron sorprendidos.
 
SANDRA: ¿Pero podemos ser un poco más civilizados y servir los tragos en un vaso?,
¿con un hielito?
Digo…
¿No?
 
David asiente.
 
DAVID: Sí. Claro…
Es justo y necesario.
 
Leo se sienta en el sofá y les sonríe.
 
LEO: Bueno, esta bien… Me convencieron…
Denme un ron a mí también.
Qué yo también estoy enratonado.
 
Sandra sonríe, y sirve tres vasos con hielo y ron.
David mira a Leo y le sonríe.
Sandra les da los tragos.
Mira sensualmente a David y a Leo y se sonríe.
 
SANDRA: Salud…
 
DAVID/LEO: ¡Salud!
 
Chocan los vasos, se toman un trago y se miran los unos a los otros con deseo, algo de temor y silencio.
 
SANDRA: ¿Y entonces chicos? ¡Están mudos!
Hablemos de lo que todos tenemos en la mente…
 
Sandra se sienta una vez más.
David la mira con una sonrisa en la cara.
 
LEO: Ayer yo estaba muy borracho.





SANDRA/DAVID: Sí, yo también…
 Todos.
 
Terminándose el trago de su bebida a fondo blanco.
 
SANDRA: Yo no sé qué pensaron ustedes, pero a mí me encantó todo lo que hicimos…
La verdad es que yo no he dejado de pensar en lo bien que nos la pasamos…
¡Uff!
 
Sandra se levanta del sofá moviéndose sensualmente.
 
SANDRA: ¿Quieren otro traguito?
Hoy yo me siento renovada,
como con 10 años menos…
 
David se ríe.
 
DAVID: Esa adolescencia tuya ¡Fue candela seguro!
 
SANDRA: No voy a caer en tu trampa
 
DAVID: Yo no tengo trampas.
Soy fácil como una mañana de domingo.
 
SANDRA: ¡Ja!
 
Leo se siente un poco desplazado, a pesar de sus lagunas mentales, se apresura a decir.
 
LEO: Si… Lo de ayer…
Uff, fue loco…
Pero… bien.
Sí…
Muy bien.
 
DAVID: Sí… Totalmente…
 
David se toma un trago, baja la cabeza, con cierta timidez y sonríe.
 
SANDRA: ¿Pero te arrepientes?
 
Leo mira a Sandra y a David algo avergonzado y se toma la mitad del trago.



LEO: No, no realmente…
 
SANDRA: Bien.
 
Sandra coloca su vaso en una mesa,
se les acerca decididamente mirándoles con deseo y le tiende las manos.
 
SANDRA: Vengan acá.
 
Ambos se levantan de donde están sentados.
Se acercan unos pasos a ella y le agarran las manos.
Sus respiraciones están aceleradas.
 
LEO: ¿Qué haces?
Sandra; esto es una locura…
 
SANDRA: Sí… ¡Que divino!
 
Se ríe…



SANDRA: ¿Pero tú quieres repetir? ¿Verdad?
¿Por eso estas aquí?
¿No?
 
David se ríe.
 
DAVID: Yo si quiero repetir.
 
Los tres se acercan poco a poco, mirándose a intervalos,
armándose de valor.
Llegan los unos a los otros y comienzan a darse un beso,
primero tímido, pero que poco a poco se vuelve apasionado.
Sandra comienza a pellizcarles los traseros.
 
SANDRA: ¡No aguantan dos pedidas!
 
Todos se ríen.
Leo se toma el trago a fondo blanco. Sandra y David hacen lo mismo.
 
SANDRA: ¿Otro?
 
Leo y David asienten.
 
DAVID/LEO: Sí, sí…
 
Sandra les sirve otro trago.
David y Leo se miran un momento.
Sandra los mira también.
Todos sonríen.
Los tres se acercan decididamente y comienzan a besarse.
Leo se separa de ellos.
 
LEO: Pero ¡Ojo con esas boquitas!
 
Sandra se acerca al cuello de Leo como si fuera un animal salvaje lanzando una dentellada. Leo se aparta de ella sobresaltado.
David se ríe.
Sandra comienza a quitarle la camisa a David.
Leo le quita la camisa a Sandra y le chupa los senos casi desesperadamente.
Se tumban en la cama.
David comienza a bajar los pantalones y los boxers a Leo.
Leo mete la mano entre las pantaletas de Sandra y comienza a masturbarla.
Sandra gime excitada.
David se acerca a Leo, le besa las orejas, el cuello, besa su espalda, baja hasta llegar a las nalgas y comienza a darle un beso negro.
Leo se sorprende un poco.
Se separa de él.
 
LEO: ¡No! David… Lo de ayer… Yo…
 
David se levanta de la cama.
Leo lo mira en silencio.
 
DAVID: Ok. Tranquilo.
Yo entiendo.
Es verdad ayer estábamos, muy borrachos…
 
David se levanta de la cama toma sus interiores del suelo y se los pone.
 
SANDRA: ¿A dónde vas…?
 
Sandra se separa de Leo.
Leo se sienta en la cama notando el cambio de tono en el mood de la habitación.
 
DAVID: Esto, nosotros tres, obviamente no es una buena idea.
 
SANDRA: ¿Qué?
¡No!
Quédate con nosotros.
 
Leo se sienta en la cama y mira la situación, sin decir una palabra.
Entendiendo claramente que es él la piedra de tranca.
David mira a Leo esperando alguna reacción, que reacomode la situación, pero nada sucede.
 
DAVID: No, no de verdad,
lo mejor es que me vaya.
 
David salió del cuarto, tomó sus cosas en la sala, su equipo fotográfico, la botella de ron y salió del apartamento.
Caminando por la calle frente al edificio, se dijo a sí mismo que ese no era un buen momento para dejar de fumar,
entró a su carro y sacó la caja de emergencia de la guantera,
la abrió, sacó un cigarrillo, lo enciendió y lo fumó ávidamente, tratando de calmar su frustración y su calentura,
abrió la botella y se tomó un trago de ron directo de la botella.
 
De pronto miró salir a Leo del edificio,
subir a su carro e irse del lugar.
 


 
Leo entró a su apartamento, encendió la luz de la sala.
Sus dos gatos se acercaron a saludarlo y él los tomó en brazos, y los besó con cariño;
Caminó a la cocina, les sirvió comida y luego se sirvió un vaso de agua para él,
y allí, 
trago a trago,
pensativo,
se sintió completamente frustrado.
 


 
Al otro día, al terminar de almorzar, con su equipo fotográfico colgado al hombro,
David caminó por entre las mesas del comedor del periódico, para dejar su bandeja.
Sandra le ha escrito muchos mensajes a su teléfono,
pero él, aunque los ha leído, no ha tenido ánimos para responderle el primero.
Leo entró al comedor en ese momento;
descubrió a David y caminó hacia él.
 
LEO: ¡David!
 
Al escuchar su voz David volteó a mirar, y le descubrió.
Inmediatamente puso cara de pocos amigos, y prefirió continúar caminando.
Leo apuró el paso y llegó a su lado.
 
LEO: ¿Podemos hablar un momento?
 
David se detiene. Mira a Leo.

DAVID: Claro.

Leo se le acerca y le habla en voz baja.
 
LEO: ¿Qué pasó contigo ayer?
 
Malandreando.
 
DAVID: Coño Leo…
¡No me digas que eres bipolar!
No creo que haya nada que explicar.
 
Reflexiona un momento y cambia el sentido de lo que dice.
 
DAVID: ¿O si…?
Yo soy el que tiene que explicar,
porque fui yo quien tuvo una confusión;
pensé que había una vibra entre los dos, pero no.
No había nada.
Me la imagine.
Y me disculpo…
Porque, ¿Sabes qué?
A mi normalmente no me pasan estas cosas…
Yo más o menos entiendo como es el funcionamiento del mundo.
 
Algunos de los presentes en el comedor los miran con curiosidad.
 
LEO: Sabes que no es así.
 
David se ríe irónicamente.
 
DAVID: Leo… Leo…
Aquí no hay espacio para confusiones,
todo está “crystal clear”…
 
Niega con la cabeza.
 
LEO: No, no… Déjame terminar…
Yo nunca había estado en un trio,
¡Y mucho menos con otro tipo!
 
Mira a su alrededor preocupado de que escuchen lo que dice.
Baja un poco el tono de voz.
 
LEO: Pero te juro que no fue mi intención echarlo a perder todo entre los tres,
mucho menos hacerte sentir mal…
 
David lo mira molesto.
Esforzándose por no mandarlo a la mierda.

DAVID: Mira Leo...

Leo lo interrumpe.
 
LEO: Toda esta historia es una locura, yo sé,
Lo tengo claro…
Pero, puedo admitirlo…
Hasta ahora nos lo hemos pasado bien…
¿No?
 
David lo mira sorprendido.
 
LEO: Pero apenas lo estamos explorando,
descubriendo el engranaje,
cómo funciona…
Y tal vez sea muy pronto para desecharlo.
 
DAVID: ¿Tú de verdad pensaste en todo lo que implica esas exploraciones de las que me estás hablando?
Mírame bien a la cara. ¿Ahh?
¿Te has detenido a pensártelas un poco?
 
Leo asiente.
 
LEO: No…
No de verdad…
Pero son lógicas,
obvias incluso…
Y quizás lo mejor en este caso sea no pensárselas demasiado.
 
David lo mira incrédulo.
Leo le sostiene la mirada.
Un par de mujeres caminan a su lado y se les quedan mirando.
Los dos permanecen en silencio unos segundos.
 
DAVID: Estas demente.
No entiendes nada.
Tengo una pauta… Me tengo que ir.
 
David sigue su camino.
Leo lo mira salir del comedor.
 


 
Al final de esa misma tarde, David estaba tipeando en su computadora cuando Sandra tocó a su puerta, y sin esperar respuesta, entró a su oficina.
 
SANDRA: ¿Por qué no contestas mis mensajes?
 
David la miró sorprendido.
 
DAVID: He estado todo el día complicado.
Y Caracas hoy ha estado imposible, 
más difícil de lo habitual…
 
Sandra lo agarra por los hombros.
 
SANDRA: Necesito que me prestes atención un segundo.
 
David deja lo que está haciendo y la mira.
 
DAVID: ¿Qué?

Con total seriedad.
 
SANDRA: ¿Vamos o no vamos a tener un trio con Leo?
Él me dijo que está dispuesto a todo.
 
David echa a reír en carcajadas.
 
DAVID: ¿Cómo es qué de pronto yo termino siendo el más conservador de los tres?
 
SANDRA: La verdad yo llevo todo el día haciéndome la misma pregunta.
 
DAVID: ¿Tú de verdad quieres hacer esto?
Yo te digo que estoy preocupado…
Estamos entrando a un territorio desconocido.
 
Sandra lo mira con una sonrisa irresponsable.
 
SANDRA: ¿Eso no es precisamente lo que lo hace divertido?
 
DAVID: ¿Leo de verdad te dijo que estaba dispuesto a todo?
 
SANDRA: Si.
Esas fueron sus palabras textuales:
TO
DO…
 
David la mira lleno de duda.
 
DAVID: ¡Ese pana no entiende nada!
 
SANDRA: Bueno, está bien...
Si no quieres no tengamos un trio…
Aceptaré; que somos unos cristianos tercermundistas y no nos lo merecemos…
¿Qué se le va a hacer?
 
David la mira en silencio.
 
SANDRA:
Pero al menos ¿Seguimos pasando juntos el 31?
¿O también vas a cancelar eso?
 
DAVID: Yo no he cancelado nada,
¿Ya invitaste a Leo a partir el año con nosotros?
Ese es tu plan maestro ¿Verdad?
¿Por eso me has estado llamando todo el día?
 
SANDRA: Yo no he dicho nada de eso.
 
David la mira de manera escrutadora.
Sandra se ríe.
 
SANDRA: Esta bien.
Si.
Lo invité…
 
David se echa a reír.
 
DAVID: ¡Yo sabía!



SANDRA: Pero lo puedo cancelar, si tú no quieres que esté…
 
DAVID: ¡Estás loca!
Nojoda.
 
SANDRA: Pensaba que eso era lo que más te gustaba de mi….
 
David niega con la cabeza sin creer lo que escucha.
 


 
David fuma un poco de mariguana de un bullet (pipa) en la cabina de su carro antes de subir a casa de Sandra.
Está nervioso.
Ve llegar a Leo con una bandeja cubierta de papel de aluminio.
Da un nuevo shot a su pipa y se hunde en el asiento del carro.
Entiende claramente que lo más sensato sería irse,
no subir al departamento de Sandra.
Irse a su casa y encerrarse bajo tres llaves.

Pero, ¿entonces qué hace con todo ese deseo?
¿Con todo ese vértigo?
 


 
Mientras Leo ordena la comida en la cocina,
un poco preocupada, Sandra le escribe un mensaje a David, preguntándole por donde viene.
David toca el timbre justo en ese mismo momento.
 
Sandra camina a abrirle la puerta llena de emoción y le da un abrazo.
 
SANDRA: ¡Qué bueno que te decidiste a venir!
 
David trae los ingredientes para hacer unos mojitos y un pan de jamón.
Entra al apartamento.
Leo sonríe al verlo llegar y lo ayuda con las bolsas.
 
LEO: ¿Cómo estás?
 
DAVID: Bien.
Jodido y revolución…
Como todos…
 
En la cocina Sandra se les acerca por las espaldas y le da un beso a cada uno.

SANDRA: ¿Preparamos esos mojitos de una vez?
 
DAVID: Si, si quieren…
 
LEO: ¡Excelente!
 
Sandra saca vasos y hielo,
Leo corta los limones y selecciona algunas ramas de hierba buena que coloca dentro de los vasos,
David exprime los limones, coloca un poco de azúcar y lo remueve todo dentro del vaso.
Luego sirve el ron, la soda y les entrega sus tragos a cada uno.
 
LEO: A ver, a ver…
 
TODOS: Salud.
 
DAVID: Por unos políticos más coherentes.
 
SANDRA: Mmm… ¡Divino!
Por elecciones independientes.
 
Sandra y David chocan los vasos.
 
LEO: Uff… Coño…
Ustedes son demasiado intensos…
Más bien brindemos por habernos conocido,
o por un año nuevo lleno de bendiciones y de progreso.

SANDRA/DAVID:
Bien, bien…

Todos chocan los vasos una vez más.
 
DAVID: Está difícil tener progreso sin políticos coherentes y con elecciones amañadas…


 
SANDRA: Exacto…

Leo se ríe.
 
LEO: ¿Será que debí haberme quedado en mi casa con mis gatos?

Sandra y David se ríen.
 
SANDRA: Prometido que no te vamos a aburrir tanto…
 
DAVID: ¿Cuántos gatos tienes?
 
LEO: Dos.
Venus y Plutón…
 
SANDRA: El sr de los gatos…
 
Leo se ríe.
 
LEO: Hasta la fiesta de fin de año del periódico,
ya yo pensaba que me quedaba para vestir santos…
 
David suelta una risotada.
 
DAVID: ¿En serio?
¡En el universo heterosexual son muy exigentes!
En el universo gay, seguro que no pararías de tirar.
 
Leo se ríe sorprendido.
 
SANDRA: Hasta ahora tampoco le ha ido muy bien en ese universo…
 
David se ríe con una carcajada.
 
DAVID: A lo mejor hoy cambia su suerte….

Leo se ríe nerviosamente.
David sirve otra ronda de tragos.
Está decidido a pasárselo bien esa noche.
 
DAVID: Vamos a hacer un brindis de verdad.
 
SANDRA: A ver, a ver.
 
DAVID: Por buen sexo.
¡Por un orgasmo memorable!
Qué no se nos olvide jamás.
 
SANDRA: ¿Tú dices como para el día de hoy?
 
Todos sonríen nerviosamente.
 
LEO: ¿Podría ser no?
 
Los tres se miran llenos de deseo.
 
DAVID: ¿Qué tal si pongo una musiquita?
 
LEO: ¿Qué vas a poner?
 
DAVID: Una canción que nos guste a todos.
 
Manipuló su teléfono y puso “Explota mi corazón” de Rafaela Carrá.
Leo se sorprendió al escuchar la canción.
 
LEO: Coño, eso si es viejo.
 
DAVID: Debe tener como tú edad…
 
Sandra se ríe.
 

Ah, ah, ah, ah… en el amor todo es empezar



DAVID: ¿Bailamos?
 
David les tiende las manos a los dos.
Sandra y Leo se las agarran.
 
Y los tres comienzan a bailar.
 
Bromeando,
con una actitud lasciva,
David se acerca cada vez más a Leo, moviéndose al ritmo de la música.
 
Sintiéndose un poco intimidado y no es capaz de seguir el ritmo y a la vez seguir a David.
Sandra se ríe.
 
SANDRA: ¿Ya ves todo el descaro que yo tengo que aguantar de este fresco en la pista…? ¡No es fácil!
 
Con acento español.
 
DAVID: ¡Y bastante que te gusta tía!
 
David se acerca a Sandra y es aun más abiertamente sexual.
Sandra le sigue el paso sin problemas.
 
Sandra se acerca a los dos, los abraza y propicia un beso entre los tres.
Un beso que primero es arrítmico,
pero que poco a poco,
se acompasa,
se vuelve más profundo,
sabroso,
provocativo
y excitante.
 
Y sin más, los tres comenzaron a quitarse la ropa,
a chuparse.
 
DAVID: ¿Trajiste suficiente viagra?
 
Sandra y David se ríen a carcajadas.
 
LEO: Yo no necesito viagra.
 
Sandra y David se ríen una vez más.

Leo los hala a los dos a la cama y allí leo le hace sexo oral a Sandra mientras que David le da un beso negro y Sandra chupa el sexo de David.
 
En la cama, Leo toma a Sandra por la cintura sube a ella y comienza a penetrarla, haciéndola gemir y gritar de placer.
Sandra le besa, completamente excitada.
David se acerca a Leo por detrás,
Leo lo mira, lo acerca hacia él.
 
LEO: Con cuidado David… Por favor…
 
Y suspira profundo tratando de relajarse;
David asiente, besando el cuello de Leo, su oreja derecha.
 
DAVID: Shh… Te va a gustar…
 
Leo asiente.
David se sube sobre los dos y penetra poco a poco, cuidadosamente, a Leo.
Leo gime de dolor y de placer y se voltea a mirar David,
David lo besa en los labios moviéndose delicadamente, con suavidad.
Sandra los abraza y se une al beso también.

Solo un momento después,
mientras David penetra a Sandra, 
es Leo quien penetra a David,
David se entrega por completo, disfrutando del movimiento rítmico entre los dos.
 
Y luego son Leo y David quienes penetran a Sandra.
Qué extasiada de placer, en pocos momentos, tiene un orgasmo estruendoso.
 
SANDRA: Ahhhhh…

Y sin poder contenerse un segundo más, también Leo y David llegan al orgasmo.
 
De pronto,
justo en ese mismo momento,
a las doce de la noche, en toda la ciudad comenzaron a sonar explosiones de cohetes y fuegos artificiales.
 
Desnudos, recuperando el aliento, los tres caminaron al balcón a ver el colorido espectáculo sobre la ciudad de Caracas.
 
 
 

Continuará…
 
 
(Basado en el guion “3” de Sergio Marcano)

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