Por Sergio Marcano.
Los Millán son una familia muy numerosa y humilde.
En su casa todos los fines de semana hay un motivo para celebrar con música a todo volumen y dependiendo de los ánimos y de la hora se puede escuchar salsa, merengue, vallenato, reggaetón, música llanera y hasta paso doble.
El viernes pasado el abuelo Rafael Antonio cumplió 63 años y por todas partes aparecieron cervezas, botellas de ron, de aguardiente, de anís, e incluso uno de sus allegados le regaló una botella de whisky Johnny Walker etiqueta negra. La fiesta duró todo el fin de semana y, como siempre, las puertas estuvieron abiertas para todos los conocidos y desconocidos que se acercaron con ganas de compartir y pasarse un buen rato, jugando -cartas o dominó-, echando un pie o simplemente conversando.
La hospitalidad, la solidaridad y la hermandad con conocidos y desconocidos, siempre fueron características esenciales de los Millán desde que el bisabuelo Manolo y su esposa Trinidad llegaron a Caracas, de Cumaná, en la época del General Marcos Pérez Jiménez. Y muchos años han pasado desde entonces...
Este sábado que viene Yajairita cumple 7 años y ya todos en la familia y muchos en el barrio están esperando la celebración. Por ejemplo Martín, el padrino de bautizo de la niña ya se comprometió a que pasaría temprano por la casa con una botella de vodka y otra de chinoto.
Yajairita, que es una niña muy despierta y feliz, decidió que ese día se va a poner un vestido de princesa Barbie rosado lleno de pliegues y de faralaos que le trajo el niño Jesús las navidades pasadas. Al enterarse de sus planes, su prima Yomaira, de 15 años, se comprometió con ella a que la maquillaría como a una miss y la tía Laura, en esa misma conversación, le prometió que le peinaría un moño de fiesta. Ambas le aseguraron que iba a quedar bellísima y las expectativas de Yajairita ahora están muy altas.
Esta semana Rosaura, la abuela materna de Yajairita, recorrió medio barrio juntando los ingredientes para la torta.
Una vecina le prestó un kilo de harina de trigo leudante. Otra le prestó un kilo de azúcar. Y en la bodega el señor Lizardo le fió una tética de leche y otra de polvo para hornear.
Rosaura puso la mantequilla, los huevos y también cuatro parchitas.
Desde temprano el día sábado el ambiente en la casa de los Millán era festivo.
¿Y porque no habría de serlo? Si hoy cumplía años la reina de la casa. La más pequeña de todos ellos. El futuro de la familia.
No eran las 12 de la mañana y ya el abuelo Rafael Antonio, el tío Ricardo, el tío Luis Carlos, junto con los primos Mauricio, Victorino y Andrés Eduardo, estaban jugando dominó y bebiendo aguardiente en el patio.
Mientras que en la cocina, la tía Laura, la prima Yomaira y la abuela Rosaura mezclaban los ingredientes de una torta; y la tía Carmela y su hija María Angélica preparaban un consomé de pollo con yuca y auyama para que almorzaran todos.
Cuando la preparación de la torta estuvo lista, Zobeida, la mamá de Yajairita, se la llevó a casa de la comadre Alicia para ponerla en una tortera y meterla en el horno.
En un momentico entre cuentos de la una y de la otra la torta estuvo horneada. Y con un suspiro que preparó Alicia, con dos claras de huevo y media taza de azúcar, la decoraron en un santiamén.
Antes de que Zobeida se fuera para su casa con la torta, Alicia acordó con ella que pasaría por allá en la tardecita.
Cumpliendo con su palabra, en uno de los cuartos, la tía Laura peinó un moño de fiesta en la cabeza de Yajairita y luego Yomaira comenzó maquillarla.
Lo primero que hizo fue remarcarcarle las cejas con un delineador negro. Luego le puso unas largas pestañas postizas. Le delineó los ojos y le puso sombra sobre los párpados. Después le echó polvorete rosado en los pómulos. Y para finalizar le pintó los labios con pintura de color rosado y le colocó una fina capa de brillantina.
Zobeida lloró emocionada al verla, le dio la bendición y la ayudó a ponerse su vestido de Barbie, que estaba recién lavado y planchado para la ocasión.
Al verse en el espejo con su moño de fiesta, su maquillaje y su vestido, Yajairita se sintió hermosa. Como una de las misses que salen todo el tiempo en el televisor y que ganan concursos como el Miss Venezuela y el Miss Mundo.
Emocionada, atravesó la cocina corriendo y se paró al lado de los jugadores de dominó en el patio.
Su abuelo, tíos y primos aplaudieron al verla, mientras que sus tías y primas, que venían siguiéndole los pasos, le tomaron fotos con sus teléfonos celulares.
Yajairita se sonrojó de la emoción y la alegría.
Ya entrada la noche, con la familia, amigos y varios de los vecinos bebiendo y bailando los éxitos de Wilfrido Vargas en la sala, Rosaura comenzó a tener un mal presentimiento y sintiendo una presión inusual en el pecho salió al porche de la casa a tomar un poco de aire.
Justo en ese momento llegaba Yonaiker, el padre de Yajairita, en una moto. Un hombre blanco, de 27 años, con los brazos y el cuello lleno de tatuajes.
Luego de estacionarse, se le acercó a Rosaura y con mucho respeto le pidió permiso para entrar a ver a su hija.
Rosaura, se persignó al verlo. No sabía que Yonaiker había salido de la cárcel.
Si bien nunca le gustó para Zobeida, porque no era ningún santo, no tuvo corazón para no dejarlo ver a Yajairita el día de su cumpleaños. Además, mientras él estuvo preso, no se olvidó de su hija y de alguna manera siempre aportó dinero para su alimentación y para la casa.
Yajairita, se alegró mucho al ver a su papá. Corrió de donde estaba y le abrazó. Este gesto conmovió a Yonaiker que ya tenía más de un año sin verla.
A Zobeida se le llenaron los ojos de lágrimas al verlo y también se le acercó y le abrazó con alegría. Lo tomó de un brazo y lo llevó a la cocina y allí le sirvió un trago de vodka con chinoto. Sediento, Yonaiker se lo tomó a fondo blanco y luego la abrazó y le dió un beso profundo y apasionado. Le dijo que ella y la niña le habían hecho mucha falta. Se quitó el koala que tenía cruzado en el pecho y se lo entregó a Zobeida, que inmediatamente lo abrió entre curiosa y emocionada.
El koala estaba lleno de dólares.
Agradecida, Zobeida besó a Yonaiker una vez más y se lo llevó a uno de los cuartos, allí ambos se desvistieron llenos de deseo y comenzaron a hacerse el amor.
Pero esa noche a Yonaiker lo venían siguiendo dos motorizados.
Kleiver (27) y Charlita (23). Dos de las peores lacras que ha parido este país. Sicarios y traficantes de cocaína de oficio. Responsables confesos de muchas de las fechorías que suceden impunemente en la ciudad de Caracas.
Al ver la moto de Yonaiker estacionada en la puerta de la casa, los dos hombres bajaron la velocidad y se estacionaron una media cuadra antes. Sacaron las armas de sus cintos y caminaron con sigilo.
Una vez al frente de la casa, sin mediar palabra alguna, comenzaron a disparar contra los presentes.
Cinco explosiones secas se escucharon por sobre la música. Dos disparos cegaron instantáneamente la vida de la Sra. Rosaura, mientras que los otros tres disparos dieron certeros en la cabeza del abuelo Rafael Antonio, del tío Ricardo y del tío Luis Carlos.
Los cuatro cuerpos cayeron pesadamente al suelo.
En el interior de la casa, asustada por las explosiones de los disparos, la tía Laura cargó a Yajairita por los brazos y corrió al patio. Yomaira, que estaba sentada a su lado la siguió.
Kleiber y Charlita entraron a la sala disparando a mansalva.
En un santiamén, en dos ráfagas fulminantes de disparos, cayeron muertos la comadre Alicia, las dos hijas de los vecinos y los primos Mauricio y Victorino. Así como también, intentando escapar al patio, cayeron la tía Carmela, su hija María Angélica y el compadre Martin tiroteados por la espalda.
La habilidad de Kleiber y Charlita con las armas era indudable. A donde apuntaban ponían la bala.
Al escuchar los disparos, Yonaiker se separó de Zobeida, tomó su pistola y salió desnudo del cuarto disparando 3 de las 7 balas que le quedaban.
Con dos ellas mató a Kleiber en medio de la sala.
Dos tiros que sorpresivamente le impactaron en el pecho y en el cuello.
Por un momento los disparos cesaron.
A toda velocidad, Zobeida salió del cuarto, tiró el koala con los dólares cerca de Yonaiker y corrió hacia la puerta del patio.
Yonaiker la miró alejarse.
Charlita detrás de una pared cercana recargó su arma y sin esperar demasiado se lanzó contra Yonaiker.
Yonaiker disparó las cuatro balas que le quedaban. Pero solo la primera de ellas acertó en el torso de Charlita.
Charlita en cambio le disparó seis veces. Tres tiros, uno tras del otro, dieron en el rostro de Yonaiker. Y, como en cámara lenta, antes de que el cuerpo sin vida cayera al suelo, le pegó tres tiros más en el pecho.
El cuerpo de Yonaiker se desplomó contra una pared y poco a poco se deslizó al suelo.
Mirando a su alrededor con precaución Charlita se acercó a la cocina, tomó el koala con los dólares, caminó a la sala y le disparó al equipo de sonido porque detestaba con todas sus entrañas la música de Wilfrido Vargas.
Un silencio sepulcral reino en el ambiente.
Se acercó al cuerpo de Kleiber, le quitó el arma de las manos, la colocó en su cinto y se revisó la herida que tenía en el torso.
Por la profusión escandalosa de sangre la herida parecía más profunda, pero la verdad es que la bala solo le había rozado la piel.
Salió a la calle mirando a su alrededor, caminó a su moto rápidamente, subió a ella, la encendió y se alejó del lugar a toda velocidad.
Zobeida, Yajairita, la tía Laura, Yomaira, el primo Andrés Eduardo y su novia, eran los únicos de la fiesta que habían logrado llegar al patio.
Todos estaban aterrados. Parados unos muy cerca de los otros entre las sombras, conteniendo el llanto para permanecer en silencio.
Solo un rato después. Cuando finalmente el primo Andrés Eduardo y Zobeida se aventuraron a entrar de nuevo a la casa fue que descubrieron la magnitud de lo sucedido.
Un dolor abismal se apoderó de ellos al encontrar los cuerpos de sus familiares y amigos tendidos en el suelo.
Una sensación terrible de impotencia y desamparo que ya nunca les abandonaría por el resto de sus vidas.
En su casa todos los fines de semana hay un motivo para celebrar con música a todo volumen y dependiendo de los ánimos y de la hora se puede escuchar salsa, merengue, vallenato, reggaetón, música llanera y hasta paso doble.
El viernes pasado el abuelo Rafael Antonio cumplió 63 años y por todas partes aparecieron cervezas, botellas de ron, de aguardiente, de anís, e incluso uno de sus allegados le regaló una botella de whisky Johnny Walker etiqueta negra. La fiesta duró todo el fin de semana y, como siempre, las puertas estuvieron abiertas para todos los conocidos y desconocidos que se acercaron con ganas de compartir y pasarse un buen rato, jugando -cartas o dominó-, echando un pie o simplemente conversando.
La hospitalidad, la solidaridad y la hermandad con conocidos y desconocidos, siempre fueron características esenciales de los Millán desde que el bisabuelo Manolo y su esposa Trinidad llegaron a Caracas, de Cumaná, en la época del General Marcos Pérez Jiménez. Y muchos años han pasado desde entonces...
Este sábado que viene Yajairita cumple 7 años y ya todos en la familia y muchos en el barrio están esperando la celebración. Por ejemplo Martín, el padrino de bautizo de la niña ya se comprometió a que pasaría temprano por la casa con una botella de vodka y otra de chinoto.
Yajairita, que es una niña muy despierta y feliz, decidió que ese día se va a poner un vestido de princesa Barbie rosado lleno de pliegues y de faralaos que le trajo el niño Jesús las navidades pasadas. Al enterarse de sus planes, su prima Yomaira, de 15 años, se comprometió con ella a que la maquillaría como a una miss y la tía Laura, en esa misma conversación, le prometió que le peinaría un moño de fiesta. Ambas le aseguraron que iba a quedar bellísima y las expectativas de Yajairita ahora están muy altas.
Esta semana Rosaura, la abuela materna de Yajairita, recorrió medio barrio juntando los ingredientes para la torta.
Una vecina le prestó un kilo de harina de trigo leudante. Otra le prestó un kilo de azúcar. Y en la bodega el señor Lizardo le fió una tética de leche y otra de polvo para hornear.
Rosaura puso la mantequilla, los huevos y también cuatro parchitas.
Desde temprano el día sábado el ambiente en la casa de los Millán era festivo.
¿Y porque no habría de serlo? Si hoy cumplía años la reina de la casa. La más pequeña de todos ellos. El futuro de la familia.
No eran las 12 de la mañana y ya el abuelo Rafael Antonio, el tío Ricardo, el tío Luis Carlos, junto con los primos Mauricio, Victorino y Andrés Eduardo, estaban jugando dominó y bebiendo aguardiente en el patio.
Mientras que en la cocina, la tía Laura, la prima Yomaira y la abuela Rosaura mezclaban los ingredientes de una torta; y la tía Carmela y su hija María Angélica preparaban un consomé de pollo con yuca y auyama para que almorzaran todos.
Cuando la preparación de la torta estuvo lista, Zobeida, la mamá de Yajairita, se la llevó a casa de la comadre Alicia para ponerla en una tortera y meterla en el horno.
En un momentico entre cuentos de la una y de la otra la torta estuvo horneada. Y con un suspiro que preparó Alicia, con dos claras de huevo y media taza de azúcar, la decoraron en un santiamén.
Antes de que Zobeida se fuera para su casa con la torta, Alicia acordó con ella que pasaría por allá en la tardecita.
Cumpliendo con su palabra, en uno de los cuartos, la tía Laura peinó un moño de fiesta en la cabeza de Yajairita y luego Yomaira comenzó maquillarla.
Lo primero que hizo fue remarcarcarle las cejas con un delineador negro. Luego le puso unas largas pestañas postizas. Le delineó los ojos y le puso sombra sobre los párpados. Después le echó polvorete rosado en los pómulos. Y para finalizar le pintó los labios con pintura de color rosado y le colocó una fina capa de brillantina.
Zobeida lloró emocionada al verla, le dio la bendición y la ayudó a ponerse su vestido de Barbie, que estaba recién lavado y planchado para la ocasión.
Al verse en el espejo con su moño de fiesta, su maquillaje y su vestido, Yajairita se sintió hermosa. Como una de las misses que salen todo el tiempo en el televisor y que ganan concursos como el Miss Venezuela y el Miss Mundo.
Emocionada, atravesó la cocina corriendo y se paró al lado de los jugadores de dominó en el patio.
Su abuelo, tíos y primos aplaudieron al verla, mientras que sus tías y primas, que venían siguiéndole los pasos, le tomaron fotos con sus teléfonos celulares.
Yajairita se sonrojó de la emoción y la alegría.
Ya entrada la noche, con la familia, amigos y varios de los vecinos bebiendo y bailando los éxitos de Wilfrido Vargas en la sala, Rosaura comenzó a tener un mal presentimiento y sintiendo una presión inusual en el pecho salió al porche de la casa a tomar un poco de aire.
Justo en ese momento llegaba Yonaiker, el padre de Yajairita, en una moto. Un hombre blanco, de 27 años, con los brazos y el cuello lleno de tatuajes.
Luego de estacionarse, se le acercó a Rosaura y con mucho respeto le pidió permiso para entrar a ver a su hija.
Rosaura, se persignó al verlo. No sabía que Yonaiker había salido de la cárcel.
Si bien nunca le gustó para Zobeida, porque no era ningún santo, no tuvo corazón para no dejarlo ver a Yajairita el día de su cumpleaños. Además, mientras él estuvo preso, no se olvidó de su hija y de alguna manera siempre aportó dinero para su alimentación y para la casa.
Yajairita, se alegró mucho al ver a su papá. Corrió de donde estaba y le abrazó. Este gesto conmovió a Yonaiker que ya tenía más de un año sin verla.
A Zobeida se le llenaron los ojos de lágrimas al verlo y también se le acercó y le abrazó con alegría. Lo tomó de un brazo y lo llevó a la cocina y allí le sirvió un trago de vodka con chinoto. Sediento, Yonaiker se lo tomó a fondo blanco y luego la abrazó y le dió un beso profundo y apasionado. Le dijo que ella y la niña le habían hecho mucha falta. Se quitó el koala que tenía cruzado en el pecho y se lo entregó a Zobeida, que inmediatamente lo abrió entre curiosa y emocionada.
El koala estaba lleno de dólares.
Agradecida, Zobeida besó a Yonaiker una vez más y se lo llevó a uno de los cuartos, allí ambos se desvistieron llenos de deseo y comenzaron a hacerse el amor.
Pero esa noche a Yonaiker lo venían siguiendo dos motorizados.
Kleiver (27) y Charlita (23). Dos de las peores lacras que ha parido este país. Sicarios y traficantes de cocaína de oficio. Responsables confesos de muchas de las fechorías que suceden impunemente en la ciudad de Caracas.
Al ver la moto de Yonaiker estacionada en la puerta de la casa, los dos hombres bajaron la velocidad y se estacionaron una media cuadra antes. Sacaron las armas de sus cintos y caminaron con sigilo.
Una vez al frente de la casa, sin mediar palabra alguna, comenzaron a disparar contra los presentes.
Cinco explosiones secas se escucharon por sobre la música. Dos disparos cegaron instantáneamente la vida de la Sra. Rosaura, mientras que los otros tres disparos dieron certeros en la cabeza del abuelo Rafael Antonio, del tío Ricardo y del tío Luis Carlos.
Los cuatro cuerpos cayeron pesadamente al suelo.
En el interior de la casa, asustada por las explosiones de los disparos, la tía Laura cargó a Yajairita por los brazos y corrió al patio. Yomaira, que estaba sentada a su lado la siguió.
Kleiber y Charlita entraron a la sala disparando a mansalva.
En un santiamén, en dos ráfagas fulminantes de disparos, cayeron muertos la comadre Alicia, las dos hijas de los vecinos y los primos Mauricio y Victorino. Así como también, intentando escapar al patio, cayeron la tía Carmela, su hija María Angélica y el compadre Martin tiroteados por la espalda.
La habilidad de Kleiber y Charlita con las armas era indudable. A donde apuntaban ponían la bala.
Al escuchar los disparos, Yonaiker se separó de Zobeida, tomó su pistola y salió desnudo del cuarto disparando 3 de las 7 balas que le quedaban.
Con dos ellas mató a Kleiber en medio de la sala.
Dos tiros que sorpresivamente le impactaron en el pecho y en el cuello.
Por un momento los disparos cesaron.
A toda velocidad, Zobeida salió del cuarto, tiró el koala con los dólares cerca de Yonaiker y corrió hacia la puerta del patio.
Yonaiker la miró alejarse.
Charlita detrás de una pared cercana recargó su arma y sin esperar demasiado se lanzó contra Yonaiker.
Yonaiker disparó las cuatro balas que le quedaban. Pero solo la primera de ellas acertó en el torso de Charlita.
Charlita en cambio le disparó seis veces. Tres tiros, uno tras del otro, dieron en el rostro de Yonaiker. Y, como en cámara lenta, antes de que el cuerpo sin vida cayera al suelo, le pegó tres tiros más en el pecho.
El cuerpo de Yonaiker se desplomó contra una pared y poco a poco se deslizó al suelo.
Mirando a su alrededor con precaución Charlita se acercó a la cocina, tomó el koala con los dólares, caminó a la sala y le disparó al equipo de sonido porque detestaba con todas sus entrañas la música de Wilfrido Vargas.
Un silencio sepulcral reino en el ambiente.
Se acercó al cuerpo de Kleiber, le quitó el arma de las manos, la colocó en su cinto y se revisó la herida que tenía en el torso.
Por la profusión escandalosa de sangre la herida parecía más profunda, pero la verdad es que la bala solo le había rozado la piel.
Salió a la calle mirando a su alrededor, caminó a su moto rápidamente, subió a ella, la encendió y se alejó del lugar a toda velocidad.
Zobeida, Yajairita, la tía Laura, Yomaira, el primo Andrés Eduardo y su novia, eran los únicos de la fiesta que habían logrado llegar al patio.
Todos estaban aterrados. Parados unos muy cerca de los otros entre las sombras, conteniendo el llanto para permanecer en silencio.
Solo un rato después. Cuando finalmente el primo Andrés Eduardo y Zobeida se aventuraron a entrar de nuevo a la casa fue que descubrieron la magnitud de lo sucedido.
Un dolor abismal se apoderó de ellos al encontrar los cuerpos de sus familiares y amigos tendidos en el suelo.
Una sensación terrible de impotencia y desamparo que ya nunca les abandonaría por el resto de sus vidas.
"Impotencia y desamparo en un país donde reina la impunidad. Terrible pensar que puede pasar en cualquier barrio de Vzla o Latinoamérica.
ResponderEliminarLa realidad en los barrios populares de venezuela...
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