Por Sergio Marcano.
MANUEL – SÁBADO – 8.33 AM
Luego de varios días pensando al respecto, Manuel se decidió; agarró su teléfono y descargó Grindr (una aplicación de encuentros y citas gays).
No le encantaba la idea de tener un perfil abierto en ese lugar, por lo homofóbico que era su entorno y por aquello de ser una figura relativamente conocida en los medios, pero tiempos difíciles exigen acciones ejemplares; y si algo estaba claro para Manuel, en este momento, era que estaba harto de estar solo.
Armó un perfil con sus gustos, preferencias e información personal básica y se tomó una fotografía en la que solo se veía su pecho descubierto y parte de su mentón.
Una vez en la aplicación comenzó a hurgar en la amplia comunidad de hombres de todas las edades, que estaban en la misma búsqueda que Manuel; algunos con los rostros descubiertos, otros más discretos, pero todos, absolutamente todos, escapados de la moral circundante; de la opresiva y siempre excluyente heteronormatividad criolla.